En el fondo de la cosmovisión de los mexicanos pervive la idea de que la muerte es una afortunada liberación hacia la verdadera vida en el mas allá, y la vida terrenal un mundo de sufrimientos y martirios que bien podría llamarse muerte. Fray Bernardino de Sahagún dejo muy claro que para nuestros ancestros indígenas morir era, en realidad, despertar de un sueño, como lo expresa una poesía nahua: ¨No es cierto que venimos a vivir sobre la tierra: solo venimos a soñar¨.
En San Gabriel Chilac se celebra el día de muertos en forma muy distinta a como se realiza en los niveles nacional y regional, por que ahí la muerte tiene permiso, por que los chilactences son legítimos herederos de las visiones prehispánicas de la muerte y están amalgamados por la tradición católica e hispánica. El lenguaje de la muerte se revela y se exhibe a través de las palabras, que en forma de argucias, figuraciones y adjetivos han empleado hombres y mujeres de todos los tiempos para sobreponerse ante lo inevitable: su propia desaparición, En palabras de Cicerón: ¨La verdadera vida de los muertos está en la memoria de los vivos¨.
Luis Balderas
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